O sí. El sábado pasado, o el anterior me di cuenta que el joven que había sentado en mi misma mesa de una de las bibliotecas municipales y yo nos mimetizábamos a veces. Yo con mis cosas de alemán y Mongolia y él con calculadora y cifras. Mimesis....brazo izquierdo formando un ángulo recto (o casi)...claro que mi versión era apoyándome la mano izquierda en la cintura-costado y retorciéndome (práctica y cómoda, claro)...y su versión era apoyando la mano izquierda sobre la mesa, pero también retorciendo el torso. En ambos casos se trata de una postura de concentración...sostengo. Y qué nos hace repetir mesa? A mi la presencia de los diccionarios buenos de alemán allí mismo (no iré a la sala d’estudis-gallinero, de gente mirándose y donde ahora que viene la primavera la cosa hormonal será peligrosa con tanta juventud allí reunida...cubículo feo)...a mi derecha ventana, a la izquierda, franja de mesa-sillas y al fondo otro ventanal. El joven (no tanto) flaco y serio (tanto no me fijé porque de hecho no puedo decir siquiera si llevaba o no gafas...bueno, Sandri avistó el joven-flaco-sin-nombre el otro sábado y seguro que se enteró más) sus motivos tendrá...pero el primer día que estuve por allá estaba asentado en otro lugar aunque hacía incursiones a las enciclopedias y otros parajes (hola-qué-taaal). Igual se fía que vigilaré sus bártulos mientras hace incursiones a estantes varios. Bueno, al fin y al cabo es una compañía silenciosa y agradable.
Mimetizarse espontáneamente unos instantes y olvidarse.
Y como somos bichos de costumbres, en la misma mesa vamos coincidiendo y ya iré observando más muestras de mimesis de criaturas coincidentes en mesa de biblioteca en sábado tarde.
El desconocido de las mímesis (II parte)
Por allí también estuvo hoy, misma mesa, aproximadamente a la misma hora, mismos gestos (quizás misma camiseta verde-marrón...hay gente gris, gente verdosa, gente verde, gente roja...gente tirando a ocre oscuro, como él).. Me percaté de que sí llevaba gafas, en realidad. Lo extraño es que llegando relativamente pronto al lugar, hay aún bastante sitio libre, seguro seguro que también al lado de los libros que se va a buscar...porque cuando fui a devolver a su sitio el gran libro de Sartori sobre partidos políticos y una novela en alemán que había capturado momentáneamente para ojear y hojear (antes de abandonar la biblioteca)...allí estaba el Sujeto, mariposeando entre ordenadores y los estantes de ciencias puras, con una honorable cara de estar en un mundo propio.